“EL PRINCIPAL RETO DE UN PENALISTA ES SALVAGUARDAR LOS DERECHOS DE
SU CLIENTE, YA SEA COMO DEFENSOR O COMO DENUNCIANTE. ESO REQUIERE
PREPARACIÓN, ESTUDIO Y ESTRATEGIA”
Hablar de derecho penal en México es toparse con figuras clave cuya trayectoria ha marcado el rumbo de la profesión. Uno de ellos es Hermann Müggenburg Rosa, socio fundador de Müggenburg y Aguilar Noble, una firma que ha ganado prestigio por su rigor jurídico y ética profesional. En esta conversación exclusiva con Perspectiva Legal, Müggenburg aborda temas esenciales sobre el ejercicio del derecho penal, la evolución del sistema acusatorio y el papel de los abogados en el fortalecimiento del estado de derecho.
Desde su oficina, donde se respira el rigor de los códigos y la serenidad de quien sabe lo que hace, Hermann rememora con nostalgia cómo nació su vocación: “Desde niño me fascinaba la nota roja del periódico. Seguía los casos como si fueran novelas policiacas. Ya más grande, decidí que quería ser penalista. Mi padre —también abogado— trató de convencerme de irme al área corporativa, pero le pedí que me dejara intentarlo y aquí estamos”.
Después de 18 años en el despacho donde se formó, Hermann decidió iniciar una nueva etapa. “Cumplí mayoría de edad laboral y me emancipé del despacho”, dice con humor. Junto con su socio Juan Pablo Aguilar Noble, con quien comparte una amistad de muchos años, fundó en 2014 la firma MAN Abogados, despacho especializado en litigios penales. La firma se caracteriza por un enfoque técnico y estratégico, sin comprometer los principios que ambos socios han defendido desde el inicio.

Aunque el despacho todavía podría considerarse joven, quienes lo lideran tienen décadas de experiencia. “Vemos prácticamente todos los delitos, aunque evitamos casos de delincuencia organizada y delitos sexuales”, explica con claridad. Y es precisamente esa especialización la que lo ha llevado a entender a profundidad los matices del sistema penal mexicano.
ENTREVISTA
Una mirada crítica desde la experiencia
Con una honestidad admirable, Müggenburg admite que su visión del derecho penal ha cambiado con los años.
“De joven uno cree que con un buen amparo basta. Después descubres que la justicia no siempre se aplica como debería y eso se aprende con los años y los casos”.
Sobre el sistema penal acusatorio, señala que si bien tiene ventajas, como la grabación de audiencias y el debate oral, también presenta desafíos importantes:
“En delitos con muchas operaciones, como fraudes complejos, es casi imposible que un juez comprenda todo en una audiencia de ocho horas. Antes el juez podía revisar el expediente en su oficina. Hoy ya no es así. El sistema actual tiene ventajas, pero también limitaciones estructurales”.
Preparación, presión y congruencia
Cuando se le pregunta si el sistema actual ha mejorado la impartición de justicia, es tajante:
“Podría haber sido mejor, pero no ha habido un cambio sustancial respecto al sistema anterior. La clave no está en la ley, sino en su aplicación. Hay fiscales que tienen a cargo más de mil expedientes, ¿Cómo esperas que lleguen preparados o que alcancen a integrar todas las investigaciones? Es humanamente imposible”.
Habla con respeto del trabajo de sus colegas, incluso dentro del Ministerio Público.
Reconoce que hay buenos y malos profesionales en todos los frentes, y que los retos son enormes.
“El principal reto de un penalista es salvaguardar los derechos de su cliente, ya sea como defensor o como denunciante. Eso requiere preparación, estudio y estrategia”.
La presión —inevitable cuando está en juego la libertad de las personas— es parte de su vida diaria. ¿Cómo la maneja?
“Me levanto a las 5:30 a.m. para hacer ejercicio. También hablo mucho con colegas, comparto ideas, escucho opiniones. Eso ayuda. En lo personal, me ayuda convivir con mis hijas, ir a ver sus partidos de futbol el fin de semana. Me cambia el chip”.
En un caso que recuerda con especial claridad, defendió a un médico denunciado por mala praxis.
“El paciente ocultó información crucial que habría permitido un diagnóstico oportuno. La fiscalía, al ver nuestra entrevista y el expediente clínico, tuvo que reconocer que el doctor no tenía responsabilidad. No quiso contraatacar, solo quería seguir trabajando. Fue un caso muy aleccionador y divertido”.

Formación, ética y futuro
Al hablar de lo que más se necesita en México para mejorar la impartición de justicia, Müggenburg no duda:
“No necesitamos nuevas leyes, necesitamos aplicar las que ya existen. Hace falta preparación, mejores sueldos para fiscales y jueces, y más personal en las fiscalías. Solo así combatiremos la corrupción y aseguraremos una justicia real”.
Sobre la elección de ministros, jueces y magistrados mediante voto popular —una de las reformas más discutidas actualmente— es claro y crítico:
“El Poder Judicial debe estar integrado por personas de carrera judicial. No puedes poner a alguien que solo tiene un título y buen promedio a impartir justicia sin experiencia. Si llegan perfiles sin preparación o con vínculos políticos, no vamos a ningún lado y por el contrario retrocederemos”.
Para quienes comienzan, Hermann ofrece un consejo simple pero poderoso:
“Empiecen a trabajar desde temprano. Hay que ir un paso adelante de los demás. No basta con lo que se aprende en las aulas”.
Y, como principio rector de la profesión, lanza una sentencia que lo define:
“La congruencia. Hay que actuar conforme a lo que uno piensa. No se puede criticar la corrupción y al mismo tiempo practicarla. Hay que vivir con coherencia ética”.
Una voz para el país
Al final de la entrevista, cuando se le pide un mensaje para el país en este momento de incertidumbre, su mirada se afila:
“Todo empieza en casa. La ética se forma desde ahí. Si el niño ve que su papá se pasa un alto, luego no se extrañen si comienza a caer en faltas que pueden ir en aumento conforme pase el tiempo. Hay que enseñar con el ejemplo”.
Y para quienes buscan orientación legal, Hermann Müggenburg deja una recomendación que aplica tanto en lo jurídico como en la vida:
“Contraten al abogado que les inspire confianza y les hable con la verdad. No al que les prometa lo imposible”.
En tiempos donde la legalidad y la justicia parecen estar en disputa no solo en las cortes, sino en la opinión pública, la voz de Hermann Müggenburg Rosa se erige como una brújula: firme, experta y profundamente humana. Una voz que su gremio necesita, y que el país haría bien en escuchar.

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